miércoles, 31 de marzo de 2010

UN CONTINENTE, CADA VEZ, MENOS DESCONOCIDO


UN CONTINENTE, CADA VEZ, MENOS DESCONOCIDO
Una lectura del texto: “La transferencia. Vigencia de Sigmund Freud” Miguel O. Menassa. 1996

Hablamos del Psicoanálisis, aparentemente una cosa tan individual, tan de diván y, sin embargo, poderosos sistemas sociales se oponen a su socialización. La familia, que se supone quiere lo mejor para nosotros, nos aparta de aquello que nos hace inteligentes, que nos cura de nuestras miserias neuróticas. La sanidad, los seguros médicos, las grandes compañías excluyen de los servicios de atención psicológica a los profesionales psicoanalíticos, no vaya a ser que la persona se cure, no vaya a ser que uno exija sus derechos, no vaya a ser que nos demos cuenta que nadie mira por nuestros intereses.
¿Por qué se le teme al psicoanálisis?
Queda claro que quedamos implicados más de lo que suponíamos. El primer requisito para ser  psicoanalista así como para psicoanalizarse es aceptar la incertidumbre como un territorio natural. Habrá que ponerse a conversar. Un diálogo que ofrece como garantía que alguien hablará, pero nunca nadie sabrá quién habla ni a quién habla.
Soñar, soñamos todos, todos tenemos nuestra vida implicada en el descubrimiento freudiano. El psicoanálisis no sólo te pide  que abandones la razón, esa razón que con tanto esfuerzo nos han enseñado a sostener; sino nos pide modificar nuestra propia vida cambiar de las relaciones con los otros las pequeñas mezquindades.
Además, si esto fuera poco, el Psicoanálisis le impone a la mujer algo que nadie antes la había impuesto. La mujer tendrá como obligación hablar y escribir. Como sabemos, esto es tan difícil como hacer hablar a la poesía.
Algo que nunca fue es lo que se recuerda siempre.
Algo que nunca hubo tiene que ser perdido.
La transferencia se dispara desde el futuro.
La relación sexual no existe o, por lo menos, no deja huella.
El concepto de transferencia es el que sostiene, históricamente, la teoría psicoanalítica y es por eso que cuando se altera, disminuye o se deja de imponer el psicoanálisis de los psicoanalistas o candidatos a serlo, las instituciones se pudren o se degradan. Sin psicoanálisis del psicoanalista no hay producción del inconsciente.











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